Al rey de todas las naciones.—Llega el Señor al final de los tiempos para empezar su reino. Aquí se lo muestra subiendo a su Templo en Jerusalén. Ya no es solamente el Dios de un pequeño pueblo, de una Iglesia minoritaria: todos los pueblos lo reconocen. De alguna manera, esta subida triunfal empezó con la ascensión de Jesús resucitado.
2 Aplaudan, pueblos todos,
2 aclamen a Dios con voces de alegría
3 pues el Señor, el altísimo, es terrible,
3 es un gran rey en toda la tierra.
4 Bajo nuestro yugo pone a las naciones
4 y los pueblos a nuestros pies;
5 él eligió para nosotros nuestra herencia,
5 orgullo de Jacob, su muy amado.
6 Dios sube entre fanfarrias,
6 para el Señor resuenan los cuernos;
7 canten, canten a Dios;
7 entonen salmos a nuestro rey;
8 a Dios que es el rey de toda la tierra,
8 cántenle un himno de alabanza.
9 Dios reina sobre las naciones,
9 Dios se sienta en su santo trono.
10 Los jefes de los pueblos se han unido
10 con el pueblo del Dios de Abrahán;
10 porque él es el señor de los grandes de la tierra,