No moriré, ¡viviré!.—«La piedra que los constructores rechazaron llegó a ser la piedra angular.» Jesús se aplicó a sí mismo lo de la piedra rechazada (Mt 21,42; 1 Pedro 2,4). Y cuando entra en el Templo, los niños cantan: «Bendito sea el que viene en nombre del Señor.»